Siempre creí que era apenas un juego entre nosotros dos. Pero el día en que murió mi abuelo y ante mi dolor, ella me dijo:
– Hoy es el día en el que necesitas aprender por fin la lección. Creí que cuando te preguntaba, me dirías que el corazón, porque, obviamente, sin él no podemos vivir y porque se dice que es en el corazón donde residen los sentimientos. Pensé también que me dirías el cerebro, porque sin cerebro tampoco es viable la vida… pero la parte más importante del cuerpo son tus hombros.
Intrigado, pregunté: – ¿Porque sostienen mi cabeza?
– No, respondió, es porque ellos son el único lugar en el que podrás amparar y acoger a los que quieres, cuando estén tristes y lloren. Les podrás entregar tu corazón y les podrás dedicar los mejores pensamientos de tu cerebro, pero cuando la vida les duela y quieran consuelo, sólo tus hombros podrán dárselo y ni siquiera todas las palabras que seas capaz de pronunciar lograrían el mismo efecto… y creeme si te digo que todos necesitamos de un hombro para llorar en algún momento de nuestra vida.
Autor desconocido
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